jueves, 18 de septiembre de 2008

Lo que no es la razón

   Si el alma es un apéndice del cuerpo, la razón lo es del alma. El sistema nervioso consigue centralizar el control del cuerpo y al software contenido, a la información encerrada en esta red de neuronas yo la llamo alma. La llamada razón es la parte del espíritu que está representada por el lenguaje, que está asociada a símbolos. Es la invención más nueva y menos probada. No es de extrañar entonces que tantas veces traicionemos a nuestros planes. Lo que no es la razón - llamémoslo intuición - no se deja dictar tan fácilmente por ese nuevo tirano que surge con la comunicación simbólica. Tomar a este recién llegado por el centro del alma es un gran error, no digamos ya considerar que ambas cosas (el continente y el contenido) son una sola.

   Pensar es hablarse a uno mismo. La conciencia - despojémosla de su acepción de juez moral - nos permite comunicarnos con nosotros mismos, enlazar de alguna forma la boca y la lengua con el oído y los ojos, enlazar la conducta con la percepción. Todo esto es fantástico y es un bello propósito tratar de potenciarla y expandirla, pero lo que es un pecado contra el propio ser y ha sido largo tiempo un mandamiento es negar, reprimir y encoger la intuición. La intuición tiene todo lo que hemos aprendido sin notarlo durante nuestra vida, quizá durante millones de años si existen los instintos - entendiéndolos como conocimientos heredados e innatos. Hemos de aprender otra vez a escuchar lo que no son palabras ni razón y nos susurra desde dentro.

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